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Desnudan los árboles sus ramas
al ritmo de las brisas y los vientos;
caminos que se han vuelto cenicientos
olvidan horizontes con desgana.
Las semillas que hasta ayer, hundidas,
habitaban las mazmorras de la tierra,
surgen hoy, pequeñas nuevas huellas
de futuros de esperanza, luz y vida.
Nada temo, nada puede hacerme frente
si enraizado bajo tanta buena gente
navega mi corazón.
Rumbo cierto, lucero de la mañana
siempre nueva, porque siempre es nueva el alba
siendo capitán el Sol.