¿Pero qué demonios...?
Al que ha traducido “Hell or high water” por “Comanchería” habría que castigarlo con un gorro de burro y una pila de libros sobre cada mano abierta, en una esquina de la clase. Dicho esto, estamos ante una cinta impresionantemente bien realizada, que combina la acción, el drama y la crítica social, el western y la comedia muy al estilo de los hermanos Coen. De hecho, el genial personaje de Jeff Bridges se parece mucho al que hizo en una de sus películas, “Valor de Ley”.
La historia: un padre divorciado y su hermano, que acaba de salir de la cárcel, deben tomar una decisión para que no les quiten la casa y las tierras de la madre, a la que el primero ha estado cuidando hasta su muerte. El plan que elaboran, una venganza contra aquellos que pretenden quitarles todo, resulta de una genialidad pasmosa. Pero no cuentan con la desesperación de la hastiada población de Tejas, ni con un sheriff a la vieja usanza, inteligente, irónico y desencantado, que no parará hasta darles caza.
Los valores de esta película: la crisis de la sociedad rural americana, el hartazgo y la indignación de la clase media, la inmoralidad de la economía neoliberal, la familia, la fidelidad, las razones que dan paso al populismo político, la violencia y sus consecuencias.
Una cinta que explica muy bien, con el estilo de las grandes películas del Oeste, por qué ha llegado Donald Trump a la Casa Blanca. Cuando uno ve lo que los bancos han hecho con el Sur de EE.UU., no tiene más remedio que dar la razón a lo que dice el papa Francisco: “El peligro en tiempos de crisis es buscar un salvador que nos devuelva la identidad y nos defienda con muros”.