Intro. Hay películas que dejan sin aliento, con la boca abierta, pensando durante horas en los cómos y los porqués, y que, en definitiva, invitan a mirar hacia dentro, a las decisiones y tendencias propias que comparten espacio con la rabia que surge de la humillación. Eso es justo lo que provoca esta cinta, con un guión milimétricamente perfecto, una sencillez pasmosa en la elaboración y una profundidad sorprendente en el discurso moral. Ganó merecidamente el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.
El título. El título hace referencia a la obra de teatro Muerte de un viajante, de Arthur Miller, una demoledora crítica al “sueño americano” que busca el éxito por encima de todo y que, para lograrlo, se alimenta de falsas esperanzas e ilusiones y, por encima de todo, de la mentira como arma en la lucha por gustar a la gente. Todo ello cae, y la realidad se impone de forma feroz.
Pues bien, la película se inicia precisamente con los ensayos de una pareja de actores, Emad y Rana, que participan en esta obra de teatro, en pleno centro de Teherán. Los parecidos entre lo que ocurre en la obra, que se va desgranando a lo largo de la película en sucesivos ensayos, y lo que pasa en sus vidas son escalofriantes.
Lo que cuenta. Emad y Rana viven en un bloque de pisos que amenaza ruina, debido a unas obras que se están haciendo en la calle. Él es un buen profesor, y los dos participan en un círculo de actores representando la obra de Miller. El piso es desalojado, y un compañero de grupo de actores les ofrece el alquiler de un piso propio, cuyo anterior inquilino todavía tiene que ir a recoger sus pertenencias. Así pues, se trasladan allí. Pasan los días, y las cosas del anterior ocupante aún siguen en la vivienda. Una noche, mientras el marido está fuera, alguien entra en casa y golpea a Rana, dejándola sin sentido. Nadie sabe quién ha sido. Emad, que se preocupa por inculcar a sus alumnos valores progresistas, va viendo cómo poco a poco la humillación que ha sufrido su mujer le va provocando una rabia incontenible, que aumenta cuando decide investigar por su cuenta para descubrir al intruso que la ha vejado.
Los valores.
Lo primero que queda en entredicho aquí son los teóricos valores sociales abiertos y modernos que se suponen, pero que contrastan con las tendencias más animales que cargamos con nosotros, que surgen, se desarrollan y estallan de forma muchas veces imperceptible hasta que es demasiado tarde.
La película también hace una crítica muy certera al maniqueísmo ideológico-social que está tan de moda en las sociedades modernas: nosotros somos los buenos, y los otros no tienen razón; a lo largo de la trama se presentan complejas razones para los actos de los distintos personajes, razones que no justifican a ninguno de ellos.
La crítica más feroz es precisamente a la furia, la ira, la venganza como soluciones ante la vejación y la humillación.
Al mismo tiempo, la imagen realista que ofrece el film sobre la vida en una ciudad de mayoría musulmana nos puede ayudar a borrar de la cabeza esa falsa idea estúpida, cada vez más común, de un mundo musulmán a imagen y semejanza del ISIS.
En definitiva, una película que merece la pena ver. Eso sí: es una de esas cintas que merecen un buen cinefórum. Es más: yo diría que resulta necesario. Verla, pensarla, discutirla con una mente abierta, y un corazón humilde.